Hace unos meses me separé de mi marido, y al mismo tiempo coincidió con una época laboral de bastantes conflictos internos, con lo cual mi sistema nervioso estaba completamente alterado, hasta el punto que por las noches me era dificil conciliar el sueño. Una vez conseguía dormirme, al poco rato volvía a despertarme, y mi cabeza empezaba nuevamente a darle vueltas a todos los conflictos que en esos momentos tenía.
Hace años que hice cursos de reiki, así que tras tener una época en la que no recordaba hacerme reiki a mi misma, empecé nuevamente a reconectar con él. Cuando me ponía en la cama, me hacía los símbolos de reiki que he ido aprendiendo (1º,2º y 3º nivel de reiki), y posteriormente me hacia los pasos del autotratamiento, pero curiosamente la postura más repetida durante estos días era la de poner las manos en el chakra del corazón. Esto me aportaba una paz casi inmediata, y por fin pude volver a conciliar el sueño y a pasar las noches despertándome cada vez menos.
Ahora han pasado ya unos 6 meses desde estos duros momentos, y pienso que menos mal que tenía reiki para yo misma poder ayudarme, ya que en esos momentos tan difíciles hubiera necesitado la asistencia de un terapeuta casi diariamente, y a parte de que económicamente no me lo hubiera podido permitir, tampoco considero que la total dependencia de alguien externo sea la solución. Un terapeuta puede ayudarte, pero no puede salvarte. Y el reiki en esos momentos fué como un «SALVAVIDAS».
Mercè Miret
Alumna de Montserrat Oliveros
Terapeuta y Maestra de Reiki en Hermes7