Como terapeuta y maestra de reiki, invito siempre a mis paciente y alumnos a compartir sus experiencias  durante las sesiones o durante los cursos de reiki, de forma que pueda aclarar dudas y también pueda dar a conocer, los grandes beneficios que el reiki aporta en nuestro día a día. Un día a día, que por desgracia, cada vez más personas lo viven desde la pena, la enfermedad, la rabia, la importencia, la frustración, etc.

felicidadEspero que lo que Eva comparte en este blog, os pueda servir de guía, para aquellos que estáis buscando un camino para sentiros mejor con vosotros mismos.

A continuación os trascribo el mensaje que Eva me ha pasado por email para compartirlo en este blog.:

«Me llamo Eva y no me pasa nada malo. Tengo una vida normal, mi familia está bien, tengo un novio que me quiere mucho, una casa en la que vivir, un perro al que quiero con locura, buenos amigos… Lo normal en una vida buena y tranquila. Aún así me di cuenta de que no me sentía plenamente feliz, no se, en mi día a día no me sentía contenta pero no encontraba una razón para no ser feliz.

 

Durante este verano hice un viaje al extranjero. Empecé a experimentar ilusiones y alegrías con cosas tan básicas como ir al supermercado, o ir a comer a un Fast Food. Era muy feliz allí, y eso hizo que mi cabeza se reactivara, de golpe tenía muchos proyectos en mente, cosas para hacer, maneras de encontrar un nuevo trabajo que me reconfortara, sitios en los que me gustaría vivir… no se, de golpe me sentí recargada de energía, como si pudiese hacer cualquier cosa que me propusiera y sobretodo, confiaba en mi. Los días allí se acabaron, y me tocó volver a casa, estaba encantada de volver para ponerme a hacer todas las cosas que había planeado, pero al llegar aquí, todo aquello se esfumó como si nunca hubiera existido. No me quedaban ideas, ni ganas, ni sobretodo energías.

 

Entonces una amiga me habló del Reiki, de cómo funcionaba y de los beneficios que te proporcionaba. Al principio me pareció un poco raro todo eso de las energías del reiki, pero me di cuenta de que eso era lo que yo había experimentado. Necesitaba recuperar la energía que conseguí en mi viaje, así que investigué por internet y encontré a Hermes cuidat i apren y a Montse. Concertar una cita  para una sesión de reiki fue muy sencillo y antes de darme cuenta ya estaba allí, delante de ella sin saber muy bien que explicarle, pero sólo me hizo falta buscar las primeras palabras, porque el resto vinieron detrás automáticamente. A medida que hablaba con Montse parecía que me llenaba poco a poco de fuerzas y de ganas de salir de ese ritmo de vida que llevaba. Tras explicarle un poco mi «problema», comenzamos la sesión. Era mi primera vez y la verdad, no sabía qué esperar. No sabía qué tenía que hacer o qué tenía que sentir, así que me tumbé en la camilla y traté de relajarme. No había manera, tenía mil pensamientos que cruzaban mi mente, tengo que llamar a mamá, hay que ir a comprarle comida al perro, este año me gustaría comprarme un abrigo… mil tonterías que no podía parar de pensar, hasta que de golpe, todo fue desapareciendo, pude relajarme poco apoco. Apenas noté cosas en esta sesión, pero si que sentí mucha presión en el pecho, ahí está el chakra que refleja los sentimientos. Al acabar la sesión, Montse me explicó lo que había visto en mi, entre otras cosas, que tenía un lío en la cabeza no permitía que me relajara de ninguna manera y que tenía mucha tensión en el pecho, porque no sabía organizar mis sentimientos. A esto añadíó un par de cosas de mi forma de ser que eran totalmente ciertas, y me fui a casa alucinada. Tras la conversación con Montse, empecé a cambiar cosas en mi día a día, y poco a poco fui apartando de  mi cabeza las cosas que me hacían sentir mal.

 

Mi segunda sesión de reiki  fue bastante parecida, aunque mi cabeza estaba mucho más tranquila y apenas me costó concentrarme, en seguida me relajé y disfruté más la sesión. Volví a sentir presión en el pecho aunque menos , y por lo que me contó luego Montse, mis energías eran diferentes a las de la primera vez. Dimos con otros sentimientos que me estaban afectando y una vez más aprendí cosas de mi que no me había parado a pensar hasta entonces. En el tiempo hasta mi siguiente sesión puse en marcha los consejos que Montse me dio, centrando en ser positiva y más feliz.

 

Y entonces llegó la tercera sesión de reiki. Allí sucedió algo, sólo de recordarlo me siento más feliz. Empezó como cualquier sesión, me tumbé en la camilla y automáticamente empecé a relajarme. Montse acercó las manos a mi cabeza, la energía comenzó a fluir, y yo lo notaba. En mi cabeza, empecé a ver cómo una masa negra se reunía en mi frente y se alejaba de mi una y otra vez, con cada bola que se iba yo me sentía mejor, y durante toda la sesión, me sentí como si flotara, no podía estar mejor. Era una sensación que nunca había sentido antes y que sólo puedo describir como «estar bien», me sentía bien del todo. Al acabar la sesión, Montse me dijo que ella había visto lo mismo que yo mientras me hacia Reiki, y me explicó que me había sentido tan bien porque ya estaba limpia, durante toda la sesión me había dedicado a absorber energía y ahora me sentía recargada. Salí de allí radiante, me sentía más feliz, más guapa, más amable… no se cómo explicarlo, pero desde aquel momento me di cuenta de que puedes creértelo o no, pero la energía existe y se siente, yo la sentí.»

 

Montserrat Oliveros González

Maestra y terapeuta de Reiki