Quiero compartir una increible experiencia que tuve el pasado viernes 9-9-2011.

Inicié en Reiki a mi hija de 7 años. Siempre pensé que sólo la iniciaría en Reiki cuando ella me lo pidiera, ya que la sabiduría de los niños es infinita, y ellos son los que saben cuando algo lo necesitan o cuando no. Y así me lo ha demostrado ella.

En el mes de Julio, uno de los días que ella vino a Hermes7 antes de yo acabar mis consultas, me pidió que quería aprender a hacer Reiki para poder hacernos a su padre y a mí. Para que no se me olvidara, cogió una tarjeta de las que les entrego a los pacientes-clientes con la hora que han de volver, y me hizo apuntarle el día de Septiembre que le haría el curso.

Tras volver de vacaciones, yo ya no me acordaba de su iniciación y ella salió con su tarjeta y me dijo que si finalmente iba a hacerle el curso. Cosa que feliz interiormente le dije que sí. Para acabar de hacer el curso especial, lo hizo con su prima de 22 años a la que quiere mucho, con lo cual fué una iniciación muy especial, y para aún ser más especial mi ayudante fue mi madre, quien con 74 años, lleva ya mas de 10 años haciéndose  reiki para sus dolores de espalda.

Pero lo más sorprendente para mí de este curso, fue las reacciones de mi hija, ya que al igual que cualquier niño de 7 años, se dejan llevar por lo que sienten, sin pensar en si la están mirando, y sin pensar en ¿qué va a pensar de mi «la maestra»?. Así que cuando me puse detras de su espalda y empece con los pasos que he de dar, vi como derepente Kayla hacía movimientos sutiles y ligeros con las manos hacia su cara. Después de repente empezó a balancearse de un lado a otro y empezó a mover las manos como si volara, y luego sus manos cambiaron de posición y se movieron como si fuera un delfín. Jamás en mis 14 años de iniciaciones como maestra de Reiki he visto a nadie dejarse llevar por lo que siente y moverse. Así que pude darme cuenta de la fluidez y la espontaneidad de los niños para dejarse llevar. Y nosotros les cortamos esa fluidez diciéndoles lo que han de hacer y cómo lo han de hacer porque eso es lo que hicieron nuestros padres con nosotros.

Esto me hizo comprender la importancia del Reiki en niños, ya que después de la iniciación, al hacer las mismas prácticas con su prima, todos pudimos observar lo rápidamente que se había relajado, y la facilidad que tenía para mover las manos de una forma diferente a los practicantes de Reiki.

En mi cabeza quedó plantada la idea de que quizás algún día llegue el momento de enseñar de una forma fácil y sencilla a los niños a hacer Reiki. Y que esta experiencia que ha vivido mi hija, puedan vivirla muchos hijos de practicantes de Reiki, sin tener que esperar a tener una cierta edad para poder comprender lo que es. Porque como todos bien sabemos Reiki es amor, y el amor no hay que entenderlo hay que sentirlo

Montserrat Oliveros González

Maestra y terapeuta de Reiki en Hermes7