El arte de la meditación ha de abordarse con delicadeza si queremos que el resultado pretendido constituya una experiencia positiva. Dado que nuestros pensamientos conforman nuestra realidad de maneras que demasiado a menudo damos por sentado, la eficacia de nuestras sesiones de meditación depende en gran medida del estado en que se encuentre nuestra mente. Por lo tanto, es de vital importancia prestar atención a nuestras actitudes ante la meditación y la forma en que meditamos. En este artículo abordaremos ciertas actitudes que menoscaban los efectos beneficiosos de la meditación. Caemos en la trampa de estos patrones mentales en demasiadas ocasiones, por lo que nuestras sesiones de meditación y sus resultados acaban siendo superficiales.

Deja las expectativas a un lado

Toma conciencia y no permitas que te mente interfiera.  No tengas expectativas respecto a los resultados que esperas de la meditación. No pretendas convertirte en un yogui plenamente liberado o adquirir una profunda revelación después de una sesión. Simplemente déjate llevar. No ha de existir esfuerzo alguno por tu parte, sino que la meditación ha de ser tu guía… Permite que tu inconsciente, tu ser interior, tu yo superior, tome el control de tu conciencia. Un estado contemplativo no alberga lugar para tus percepciones, predisposiciones, creencias o ideas sobre cualquier aspecto de la realidad. De lo contrario, solo conseguirás crear obstáculos que te impedirán vaciar tu mente.

 

No fuerces la experiencia

No sientas la necesidad de que has de esforzarte en alcanzar un estado meditativo. Intenta no preocuparte si te resulta complicado dejar a un lado los pensamientos que revolotean por tu mente. La meditación no es una experiencia agresiva… todo lo contrario. Mantén la calma y la relajación durante tus sesiones y recuerda que la energía fluye allá donde se dirige la atención.

No tengas prisa

La meditación es diferente al resto de actividades que realizamos en nuestro día a día. Cuanto más quieras acelerar la sesión, peores serán los resultados. Nuestras ondas cerebrales han de ralentizarse, pasando del estado de hiper-alerta beta al estado de relajación alfa o incluso al estado de calma theta. Así que no intentes acelerarlo…tómate tu tiempo. Al fin y al cabo, el tiempo es un concepto que no tiene cabida en la meditación. Acomódate y lleva tu conciencia hacia un lugar en el que el tiempo no existe. Cualquier cosa que sea realmente productiva no se consigue en un instante, sino que se requiere más tiempo para que florezca y se convierta en algo bello.

No te identifiques con lo que suceda

Deja a un lado tus sentimientos de apego, ya que no tienen cabida en las sesiones de meditación. Hemos de ser conscientes de que si nos aferramos o rechazamos algo que ha surgido durante la meditación, significa que hemos permitido entrar a nuestro ego. Si una imagen positiva acude a tu mente, obsérvalo y toma conciencia de su presencia. No hay nada malo en que tu mente evoque estas imágenes y pensamientos que no esperabas o que incluso no deseabas. No debemos luchar contra lo que sucede, sino tomar conciencia y observar todo lo que experimentemos.

Déjate llevar

Fluye. Como dice la canción de los Beatles Tomorrow Never Knows, “apaga tu mente, relájate y fluye con la corriente”.

Acéptalo todo

Acepta todos y cada uno de los sentimientos que experimentes durante tu sesión de meditación. Sí, incluso aquéllos que desearías no albergar. Sé consciente de que somos seres humanos, y uno de los efectos secundarios de nuestra condición consiste en que somos imperfectos y cometemos errores. No te sientas frustrado si aparece algo alarmante o aterrador. Observa todo lo que esté al alcance de tu percepción como algo natural y comprensible. Acepta la experiencia y todo lo que ésta te muestre. Aceptar significa optar por ver la perfección y belleza absolutas de la creación. Todo y todos operamos en nuestro propio nivel de conciencia y/o evolución. Todo y todos somos lo que somos actualmente porque esto es lo que tenemos que aprender o des-aprender.

No seas duro contigo mismo

Sé amable y bondadoso contigo mismo. Como seres humanos, siempre hay algo en lo que tenemos que trabajar y mejorar. El proceso que nos conduce a ser quienes queremos ser comienza con aceptarnos a nosotros mismos.

Al abordar un problema, intenta verlo como una oportunidad

Aborda los problemas no como problemas, sino como retos. Las experiencias y situaciones difíciles a las que nos enfrentamos en nuestra vida pueden constituir oportunidades excelentes para crecer y trascender. Tal vez lo más importante sea no huir de los problemas, ya que resulta imposible escapar de nuestros demonios a la vez que crecemos interiormente. Observa los problemas como posibilidades para crecer a nivel personal.

No te centres en las diferencias

Con una actitud correcta ante la meditación , seremos capaces de extrapolar las lecciones aprendidas durante la meditación y aplicarlas a nuestra vida diaria. Hemos de aceptar el hecho de que siempre existirán diferencias entre nosotros. Si nos centramos en lo que nos divide en lugar de en lo que nos une, nuestro ego se inflará de tal manera que pasaremos de tener pensamientos positivos a tener pensamientos negativos, y nuestro nivel de conciencia bajará y bajará hasta alcanzar estados mentales cada vez más egoístas. La envidia, la culpa, el orgullo, los celos, el odio y la avaricia conducen a un estado emocional negativo. Resulta complicado no compararse con los demás, por lo que acabamos centrándonos en lo que nos diferencia. Sin embargo, hemos de aceptarlo como una parte de nuestra experiencia como seres humanos y trabajar en ello en la medida en que nos resulte posible. Podemos deshacernos de esta perspectiva tan problemática mediante una exploración constante de nuestras actitudes. De esta forma podremos sustituir este arraigado hábito por otros más fructíferos. Centrémonos en nuestras similitudes, en todo aquello que es universal a toda forma de vida.

 

Fuente: Create and Share