Los niños enseñan a los adultos tres cosas muy importantes: la sinceridad, la sencillez y la autenticidad. Son muchos los niños que se convierten en grandes maestros. Vosotros, niños, podéis enseñarnos muchas cosas a nosotros los adultos.
¿Te has dado cuenta de que cuando sentimos dolor lo primero que hacemos es poner las manos sobre el lugar dolorido? Hacemos eso de forma natural, sin pensar. El toque de nuestras manos distribuye calor, serenidad y confort.
Los científicos descubrieron que el toque físico ayuda a aliviar los dolores, la depresión, la ansiedad y estimula la autoestima. El toque físico tiene la virtud de transformar la amargura y el resentimiento en perdón, y el odio y la rabia, en amistad.
Los niños por otra parte, son más conscientes de todo su alrededor, debemos protegerlos y cambiar nuestra actitud. Ellos tienen ideas brillantes de como hacer para vivir en un lugar mejor y han dejado de venir al mundo a sufrir.
Sígamos pues su ejemplo y aprendamos un poco más de ellos, de esta generación de niños Índigo.
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